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Monseñor Romero nació para el cielo

Por: Fátima Marcela Rivas

fotos: archivo y web

“En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡cese la represión!” 

Palabras que quedaron escritas en la memoria de los salvadoreños. Fue un 24 de marzo de 1980, justo cuando oficiaba misa y ofrecía el pan y vino. Un franco tirador, una  bala calibre 22, un cáliz, y una hostia consagrada, el cuerpo y la sangre de Jesús vivo. El profeta ofrecía su vida sobre el altar. Aquel hombre que se convirtió en la voz de los sin voz, en el padre de los pobres, en el defensor de los oprimidos… ese hombre murió.

Murió para aquellos que buscaron callarlo, murió para los ricos del pueblo que oprimían con pesados yugos al pobre campesino, murió para aquella élite que estaba en contra de los derechos del pueblo, murió para aquellos que no querían escuchar su voz.

Sus palabras siguen vivas, y ahora resuenan en todos los rincones, un asesino a sueldo elevo a los altares al siervo de Dios que entrego su vida por la justicia del pueblo salvadoreño; y que prometió resucitar en su pueblo El Salvador.

Ahora San Oscar Arnulfo Romero, vive en los corazones de los salvadoreños, en la sonrisa del campesino, en el canto del pueblo, ahora vive en el grito de paz y justicia… Pero, ¿el aniversario número 40 de su martirio, se celebró con grandes festejos? el mundo entero se encuentra en emergencia, se ha prohibido las aglomeraciones de personas, pero no la aglomeración de corazones que con voz fuerte gritan ¡VIVA SAN ROMERO!

Aunque las plazas luzcan deshabitadas, las calles desoladas, y las iglesias vacías; el pueblo salvadoreño se une en corazón para celebrar la fecha en la que Monseñor Oscar Arnulfo Romero, nació para el cielo.

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