Por: Milena Hernández
La seguridad alimentaria, es uno de los temas fundamentales a tratar en la Asamblea General de las Naciones Unidas que se realiza anualmente, y el segundo en la lista de Objetivos de Desarrollo Sostenible trazados para ver sus resultados en el año 2030.
Según la FAO, la seguridad alimentaria es la situación en la que todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias para desarrollar una vida saludable.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos que realizan las diferentes instituciones como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), es poco probable que el objetivo «hambre cero” se haya cumplido para esa fecha, porque según el Programa Mundial de Alimentos, alrededor de 135 millones de personas padecen hambre severa.
Y esto debido a situaciones como conflictos entre naciones, recesiones económicas, el cambio climático y la pandemia covid-19 que incluso ha llegado a duplicar esa cifra, resultando un total de más de 250 millones de personas aproximadamente, un dato demasiado alarmante.
Por su parte, la FAO ya ha dictado nuevas disposiciones para que puedan ser consideradas y aplicadas en cada país, para así disminuir el nivel de riesgo en las poblaciones más vulnerables.
Por supuesto, que no es un tema que deba importarnos poco o esperar a que las instituciones resuelvan, sino que cada persona puede aportar su granito de arena con actos como: evitar la contaminación, apoyar la producción agrícola de nuestra comunidad, incentivar al buen uso de los recursos que el planeta nos brinda, evitar el desperdicio de alimentos, entre otras que sirvan de esperanza para los millones de personas en el mundo o incluso en la zona donde habitamos que hoy en día padecen de hambre; al final, el fruto de nuestras acciones son las que definen el futuro que heredaremos a las nuevas generaciones.
