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En El Salvador, se ve reflejada la decisión subjetiva de muchos jóvenes, de no emitir el voto por ningún partido político, ni en las elecciones presidenciales mucho menos municipales y departamentales.
“El 60 y 65% de jóvenes de un promedio entre los 18 y los 25 años: menos o nada les interesan las elecciones electorales” opina, Francisco Benítez, exsupervisor del Duicentro en San Miguel.
«En El Salvador y en específico en este departamento de San Miguel, los jóvenes y las señoritas es evidente que no solicitan su Documento Único de Identidad (DUI), por un interés de participar en las elecciones, si no por trabajar, viajar y es más probable que lo saquen para poder entrar a una fiesta que por cumplir con el derecho de todo ciudadano libre». Comenta, Benítez.
¿A qué se deberá esta decisión?
Los jóvenes a través de los mismos medios de comunicación masivos, son testigos del nivel de corrupción que hay en nuestro país, partiendo desde la política misma; donde se anteponen los intereses comunes por la verdadera intención de la política, lejos de buscar el bien común con igualdad y transparencia.
«Yo nunca he asistido a las elecciones y, ni pienso asistir en estas del 2018; no me llama la atención, porque aquí en el país hablar de política es hablar de corrupción, dar el voto para que otro llegue a robar más, no vale la pena», comenta un joven trabajador de 23 años, Andrés Romero.
Testimonios y comentarios como el de Andrés, hay muchos.; nunca han sentido un beneficio hacia ellos, ni ningún tipo de ayuda o una persuasión o propaganda que los convenza de asistir por primera vez a cumplir con el «Arma más poderosa de los hombres libres», como lo plantean y lo dibujan los políticos.
La política no es mala, sino que como bien lo dice el diccionario es: ‘una forma de doctrina’, cuyo interés es buscar el beneficio no solo de una comunidad específica, sino de un municipio, departamento y todo un país, que verdaderamente cree a las promesas y propuestas, pero en el tiempo llegado se vuelven mentiras y solo queda en una simple teoría hueca y engañosa.
A otros jóvenes como José Salazar, quien estudia en la universidad, no le llama la atención el sufragio, porque ningún candidato le convence, las propuestas para él no son creíbles y cree que los que postulan o se postulan no tienen la capacidad de administrar; y por otra parte hay personas de respeto en el país, de valores humanos y éticos, bien instruidos pero prefieren seguir su vida tranquila y sensata que meterse al ámbito político que no es nada fácil en el país, según sus palabras.
Ni prudente, ni ético
No es prudente, que los mismos personajes políticos inciten a la sociedad a que se anule el voto; es hacer mal uso del derecho democrático que respalda al ciudadano; anular el voto es renunciar a la facultad de elegir a los gobernantes y permitir que unos cuantos elijan por todos.
Bien lo dijo el Magistrado de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), Ferrnando Argűello, en el mes de enero, “La anulación del voto, favorece a los votos duros (voto que realizan los militantes y simpatizantes permanentes de un partido político), y esos son los que terminan decidiendo la elección, entre menos votación hay, son más las posibilidades de que el voto duro defina”.
La incitación debe ser fortalecer la democracia, proteger la decisión del pueblo, velar por la transparencia y efectuar el voto a conciencia y razonado; e incluir a todos los sectores en cuanto a propuestas y acciones, desde los niños hasta los ancianos que siguen soñando con una mejor forma de dirigir y gobernar nuestro país.
¿A usted por qué le interesa emitir el voto?
¿O por qué no le interesa?
¡Analícelo!
