EditorialOpinión Académica

Ver, oir y callar

 Redacción: Orquídea Elías
Estudiante de Psicología UNIVO
Ilustración: Herson Lazo Ventura

Habiendo analizado tres crónicas del periódico digital El Faro de la sección Sala Negra: “A Rudy lo agarro la jura”, lo van a matar; “La Policía masacró en la finca San Blass” y “Yo Torturado”, pretendo dar mi opinión acerca de la temática que abordan estas crónicas y que hoy en día se ha vuelto algo tan rutinario y natural en nuestro medio.

La violencia es la forma más primitiva, inferior y menos versátil del poder y puede ser utilizada para dañar personas, destruir el patrimonio o hacer colapsar sociedades (Larios, 2010).

Retomando un poco de lo que dice el autor antes mencionado, nos dice que cuando la violencia empieza a tomar más fuerza y cuando esta se posiciona más es capaz hasta de hacer colapsar sociedades llegando a la ingobernabilidad,  efecto que podemos ver y vivir en cualquier parte de El Salvador.

Si hablamos de violencia en El Salvador es probable que rápidamente la asociemos con las pandillas, grupo conformado por jóvenes que buscan o pretenden encontrar una identidad o aceptación dentro de un grupo. Si analizamos un poco más a este grupo etario, podemos darnos cuenta que posiblemente en su gran mayoría son adolescentes que han desertados del sistema de educación, que provienen de hogares desintegrados y disfuncionales donde existe una carencia de amor, de afecto, de interrelaciones y comunicación de respeto fraterno, de comprensión entre otros aspectos, el entorno histórico social y cultural personal ha estado cargado de agresión viviendo y experimentando dolor,  otro aspecto que considero importante de mencionar es lo comunitario, donde estos niños y jóvenes crecen y se relacionan. Saber si es un lugar donde existe hacinamiento o un ambiente que no propicia el bienestar de una salud mental favorable para, que estos niños y adolescentes se desarrollen plenamente y puedan optar a más opciones de vida, a tal grado de que no les importe matar o delinquir por amor al grupo de pertenencia: la pandilla.

En las lecturas realizadas, se puede apreciar que algunos personajes que representan dichas crónicas son jóvenes pandilleros que pretenden reinsertarse a una sociedad institucionalizada, donde el poder no brinda la oportunidad a este sector para poder cambiar su vida; vemos también que en dichas crónicas hay personas inocentes y que lamentablemente su único delito es haber estado en el lugar equivocado y que por esa razón fueron víctimas de algunos agentes que conforman una institución como la Policía Nacional Civil (PNC) de El Salvador,  que tiene como lema: “Servir y Proteger ante todo”, y si el lema es “proteger ante todo” y la Declaración Universal de Derechos Humanos en el artículo 3 nos dice: todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona, a su vez el artículo 5 de la misma nos dice: Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes, y si dicha declaración nos dice esto, podemos preguntarnos, ¿Sera que la Policía Nacional Civil,   que debería hacer suyo ese lema, estará cumpliendo con dichos artículos?…

 Mi respuesta será que no, ya que podemos apreciar que algunos agentes de dicha institución imponen su autoridad y hace uso de su poder de manera errónea y que ellos mismos están ejerciendo y propagando la violencia, a partir de no respetar los derechos de estas personas, que si bien son jóvenes que han cometido delitos no dejan de ser seres humanos que merecen respeto a su integridad ante todo, y como agentes de una institución que está al servicio de proteger ante todo, deberían dar el ejemplo y no combatir un problema como lo es el fenómeno de las pandillas con violencia, asesinando y fingiendo ser atacados cuando en ocasiones no lo han sido; según lo menciona en un artículo del periódico digital citado. Preguntémonos será bueno enviar un mensaje de violencia enfrentándola con más violencia a nuestros niños y jóvenes que en un futuro nos representarán como sociedad, esto me recuerda a lo que dijo  Karl A. Menninger: “Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad”.

Partiendo de lo dicho por la autora y lo expuesto anteriormente podemos percibir que lo que estamos recibiendo hoy en día como sociedad es lo que todos en algún determinado momento hemos ayudado a construir; hemos construido niños y jóvenes que conocen más de violencia que de amor, que les fomentamos las injusticias y el odio hacia los demás, digo todos porque tal vez en algún determinado momento hemos podido contribuir a que la violencia en nuestra sociedad aflore y se profundice, ¿será que estamos condenados a una eterna violencia? Considero que no. Por lo tanto es necesario y fundamental crear políticas públicas de cara a la predicción y prevención de la violencia donde lo educativo sea una prioridad y que trabaje de la mano con la salud mental, donde el involucramiento de todos y todas sea parte de la práctica cotidiana y empezar a ver lo que pasa de manera diferente, a oír lo que sucede ampliamente y no callar la problemática, para que así podamos romper ese círculo de violencia que nos asecha donde solo juegan como titulares: el poder, las pandillas y la PNC como institución que hace el trabajo de una manera inapropiada según lo regulan los documentos establecidos para este tipo de procedimientos.

¿Por quién doblan las campanas? Se preguntaba Ernest Hemingway en nuestro caso replicarán por todos nosotros.

[1][1]Consultar López Latorre, M. (2006), Psicología de la Delincuencia. Ed, 1. Cap, 1 y 2.

 Consultar Teoría de la Personalidad de Hans Eysenck.

Véase reportaje. Marroquín, M. (07 de febrero del 2017). PDDH indaga casos de presunto abuso de autoridad por la PNC. La Prensa Gráfica.

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Redacción UNIVO NEWS

Equipo de periodistas, estudiantes, editores y productores de la Carrera de Comunicaciones de la Universidad de Oriente UNIVO.

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