EditorialOpinión Académica

28 años de los Acuerdos de Paz: Deudas y desafíos para la democracia salvadoreña

Al día de hoy, ciertamente, existen aún múltiples deudas pendientes para garantizar el ejercicio funcional de una democracia con calidad y el Estado de derecho, principalmente por la persistencia -a casi tres décadas del fin de la guerra civil- de antiquísimos problemas tales como: miseria, pobreza y desigualdad social para las mayorías en el país

Adán Mendoza
Investigador del Centro de Investigación para la Democracia (CIDEMO)

foto: Archivo del fotoperiodista Francisco Campos

Hace 28 años, específicamente el 16 de enero de 1992 en el castillo de Chapultepec en México, se firmó como resultado del proceso de diálogo y negociación, el pacto de paz entre los actores bélicos que protagonizaron el conflicto armado fratricida de la década de los 80’s en El Salvador: las fuerzas armadas representadas por el gobierno central cuyo presidente era el Lic. Alfredo Cristiani del partido Alianza Republicana Nacionalista “ARENA”, y las fuerzas insurgentes agrupadas en cinco organizaciones guerrilleras (ERP, FPL, FAL-PC, RN, PRTC) en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional “FMLN”. Se pasó así de -la locura a la esperanza- tal cual reza el informe de la Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas.

El fin de la guerra civil mediante el acuerdo histórico, significo en efecto, la refundación del Estado y el inicio de la transición hacia la democracia como forma civilizada de organización del poder político, dejando atrás casi un siglo de dictaduras, autoritarismo y genocidio. Puntualmente, esto implicaba realizar una reforma política e institucional que debía garantizar los mecanismos legales para por lo menos: incluir a los actores beligerantes del conflicto en el sistema de partidos políticos (FMLN), impregnar el enfoque de derechos humanos en las instituciones relacionados a las fuerzas de seguridad pública y la administración de justicia, transparencia y respeto a los resultados de los eventos electorales. En palabras del sociólogo Luis Gonzáles (2007): “Se trataba de establecer un orden jurídico y político fundado en el sistema de partidos políticos como eje gestor de la transición hacia la democracia (pág. 117)”.

En este sentido, la reforma devenida del acuerdo tuvo relativo “éxito” en justificar las acciones de las instituciones surgidas del pacto (PNC, PDDH, TSE), y en permitir la alternancia para el ejercicio gubernamental de proyectos políticos con diferente ideología; lo cual valga decir, es un mínimo de cualquier democracia representativa de inspiración liberal. Se han realizado a la fecha de la firma cinco elecciones presidenciales, más de una decena de elecciones a diputados y consejos municipales, con algunos vicios y problemas, pero en última instancia con resultados respetados por las élites en el poder, ya que no ha existido durante este proceso golpes de Estado, y prácticamente todos los funcionarios han finalizado sus gestiones en el período correspondiente. En este sentido, surge la interrogante ¿Logró el acuerdo de paz superar el desafío histórico de instalar la democracia en El Salvador? la respuesta en nuestra humilde opinión es: no.

Al día de hoy, ciertamente, existen aún múltiples deudas pendientes para garantizar el ejercicio funcional de una democracia con calidad y el Estado de derecho, principalmente por la persistencia -a casi tres décadas del fin de la guerra civil- de antiquísimos problemas tales como: miseria, pobreza y desigualdad social para las mayorías en el país, y por la eclosión de otros aún más complejos, como las violencias criminales, (pandillas, crimen organizado, narcotráfico), la debilidad de la organización de la sociedad civil en la función contralora del Estado, la escasa participación ciudadana, ingobernabilidad, ausencia de transparencia y las diferentes manifestaciones de corrupción (nepotismo, tráfico de influencia, saqueo), la impunidad en la administración de justicia, límites a la libertad de expresión, entre otros problemas que se constituyen como auténticas deudas heredadas del proceso democratizador iniciado por el pacto de paz, pero que a su vez se constituye, en los desafíos que deberán asumir los actores que asumen el relevo generacional.

En efecto, las consecuencias de las deudas para la democracia que deja el pacto de paz ya se perciben en el escenario político-electoral salvadoreño en detrimento para los otrora protagonistas. La victoria aplastante de Nayib Bukele en las elecciones presidenciales de 2019, sugiere una disrupción subjetiva en menoscabo de la legitimidad ante la población de los partidos políticos tradicionales heredados del conflicto bélico (ARENA Y FMLN). Al parecer serán nuevos actores y movimientos sociales los que tendrán que velar por superar los desafíos que implicaba la sostenibilidad del régimen democrático en la primera mitad del siglo XXI, tal es caso, por citar un ejemplo, del movimiento Nuevas Ideas, protagonista principal en las encuestas a la fecha que se escribe este documento.

En conclusión, se debe reconocer que la firma del acto de paz promovió una reforma política-institucional que favoreció la transición hacia la democracia, la cual alcanza su punto más alto en el funcionamiento de la institucionalidad y la alternancia en el poder, o lo que es igual a decir, se favoreció la sostenibilidad de algún grado de democracia representativa. No obstante, la deuda para con la misma democracia reside en que el pacto se volvió insuficiente para garantizar que los actores políticos heredados del conflicto lograsen modernizar las prácticas de administración hacia un escenario de factibilidad en la realización de políticas publicas y administración transparente de los recursos con fundamentos equitativos y de justicia. De ahí que, la siguiente fase, que tiene que ver con la consolidación de proceso democrático en el país presente deudas en la resolución de los problemas arriba mencionados, y por consecuencia, se presenten desafíos históricos para la sociedad salvadoreña para avanzar por el sendero del progreso, civismo y la cultura de paz.

Para finalizar cito al poeta, académico y firmante de los acuerdos de paz David Escobar Galindo, a propósito de la necesidad de seguir en el sendero que apertura la firma de los acuerdos de paz en El Salvador, y por supuesto, de las asignaturas pendientes del proceso: “Así como la guerra se desarrolló en el tiempo, la paz también se desarrolla en el tiempo. Yo por eso digo que el Acuerdo de Paz es como la partida de nacimiento de la paz… lo que ocurrió en 1992 es un acontecimiento que abrió un gran espacio para el futuro y en eso estamos, pero quedaron muchas tareas por hacer”.

Bibliografía

Gonzales, L. (2007). Acerca de la transición hacia la democracia. En R. Cardenal, & L. Gonzales, El Salvador y sus problemas (págs. 117-128). San Salvador: UCA editores.

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Redacción UNIVO NEWS

Equipo de periodistas, estudiantes, editores y productores de la Carrera de Comunicaciones de la Universidad de Oriente UNIVO.

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