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«Sentí mucho miedo, pensé que iba a morir»

Según la Organización Internacional para la Migración (OIM), en diciembre de 2016, el 62 % de los niños y adolescentes que emigraron de El Salvador hacia Norteamérica sin la compañía de alguno de sus padres y que fueron  retornados, viajaban en las redes de tráfico de personas, el índice más alto de los países del Triángulo Norte de Centroamérica.

Redacción: Edgar Cañas,
 Uriel Guevara,
 Cristian Hernández
fotos ilustración: Judith Molina
Nelson Rivera

José Eliseo Coreas,  de 26 años de edad, intentó dejar el país en tres  ocasiones con el objetivo de progresar y ayudar a su familia, como tantas personas que deciden emigrar a otros países, principalmente a Estados Unidos buscando una mejor vida y un sostén económico estable.

Al joven originario de Chapeltique, San Miguel, le cobraron $7,500 y en ninguno de los intentos logró su destino.

“Antes de salir me plantearon muy bonito todo el viaje,  pero cuando ya íbamos todo cambio”, describiendo luego que el traficante de personas, conocido como “coyote” en El Salvador le mintió a él y a todo el grupo que tenía a cargo.

El  “coyote” le dijo que solo en ocasiones caminarían de 3 a 5 minutos, algo que durante el viaje resultaron siendo horas, también tuvieron que dormir a la intemperie, pasando hasta 5 días sin comer y abastecidos solo con un galón de agua.

Al momento que fue capturado, lo llevaron a unas celdas (popularmente conocidas como hieleras) donde hospedan a muchos migrantes; aseguró que no les daban nada para abrigarse y la alimentación era una comida sin gusto, helada, hasta congelada en ocasiones, tanto así que dos de los que ahí  se encontraban cuando fueron sacados de estas, se desmayaron por deshidratación.

En la última  de las ocasiones que intentaba cruzar la frontera, el  “coyote” que los llevaba los dejó abandonados al ver la presencia de las autoridades de la  Migración Mexicana y cuando llegaron, a dos de los que iban en el viaje les apuntaban con una pistola en la cabeza. “sentí mucho miedo, pensé que iba a morir” dijo,  por lo que hasta el momento no ha vuelto a intentarlo.

Muchas personas viven en carne propia estás experiencias cuando deciden irse para otro país ilegalmente; sin embargo no es impedimento para que millones de salvadoreños intenten a diario emigrar a otra nación con el objetivo de progresar económicamente.

Recientemente la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), determinó que en el  2016 miles de salvadoreños emprendieron el viaje sin documentos en busca de una mejor vida, y México ha pasado a convertirse de un país de tránsito a uno de destino, por lo que “la capacidad del Gobierno mexicano de controlar el flujo de migrantes y refugiados está llegando a su límite”, según dicha entidad.

Además, según la Organización Internacional para la Migración (OIM), en diciembre de 2016, el 62 % de los niños y adolescentes que emigraron de El Salvador hacia Norteamérica sin la compañía de alguno de sus padres y que fueron  retornados, viajaban en las redes de tráfico de personas, el índice más alto de los países del Triángulo Norte de Centroamérica.

Los psicólogos aseguran que la migración, es un fenómeno que genera diversas problemáticas en el ámbito social, como la desintegración familiar, marcando una diferencia trascendental en la educación moderna de los niños y jóvenes, debido a que, la falta de atención en un adolescente produce un efecto negativo.

Este busca la necesidad de pertenencia y se involucra en grupos delincuenciales. Cada una de las causas que detonan la migración responde a algún tipo de desarrollo económico sustentable, es por esto que la opción más viable para sostener una familia es emigrar, y mantener un ingreso constante para cumplir todas las necesidades que los miembros requieran; aunque, esto signifique dejar a merced del medio social circundante al niño.

Es por ello, que los impactos psicológicos que se generan al desencadenarse la desintegración de una familia, no solo son un problema individual, sino que muestran su presencia en la forma de relacionarse afectivamente. La migración no solo es un viaje, es una patología psicológica con repercusiones casi irreversibles.

“Medir el valor de la migración únicamente en términos económicos es un error. La migración está vinculada con cuestiones como la seguridad internacional y los derechos humanos, la salud pública y la identidad nacional” manifestó el director del departamento de políticas e investigaciones de la Organización Mundial para las Migraciones (OIM) GervaisAppave.

Sin embargo la causa más evidente de estas problemáticas no deja de ser el factor económico, ya que es evidente que una nación desarrollada goza de una mejor calidad de vida, servicios básicos  eficientes y cargas laborales más justas; mientras que en las sociedades subdesarrolladas o del tercer mundo es todo lo contrario.

A esto se le agrega la influencia que tiene el dominio financiero a nivel mundial, donde las políticas internacionales, perpetúan cada vez más el monopolio existente, ya que la globalización impide la posibilidad de crecer a los países pobres y asegura incrementar las riquezas a los que ya las poseen.

Para los especialistas en políticas sociales, resulta necesario mejorar los sistemas políticos para que generen las oportunidades necesarias de poder desarrollarse dentro de los países de origen, además de evitar la manipulación económica regida por empresas extranjeras que desvalorizan la mano de obra, explotan los recursos naturales y dominan el mercado. Solo de esta manera se puede crear un clima social prometedor, que brinde la posibilidad de desarrollarse personalmente sin tener que salir del país.

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Redacción UNIVO NEWS

Equipo de periodistas, estudiantes, editores y productores de la Carrera de Comunicaciones de la Universidad de Oriente UNIVO.

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