Autor: Sebastián A. Benítez Zelaya/Sociólogo
En nuestro país han sido muy significativos y de trascendencia histórica los avances logrados en materia de democracia desde hace más de treinta años desde que se firmaran los Acuerdos de Paz, la reflexión objetiva siempre es necesaria para toda la ciudadanía como de todos los actores políticos involucrados en su fortalecimiento ya que de esa manera es como pueden vislumbrarse nuevos horizontes o la construcción en fin de un verdadero proyecto de nación donde todos los sectores sociales, políticos y económicos tengan participación.
El tema de la democracia salvadoreña actual se puede comprender desde un enfoque sociológico como una transición del bipartidismo establecido en los últimos años donde fueron únicamente dos partidos políticos los principales actores al momento de las elecciones tanto de diputados, alcaldes como presidencia.
Entendida así pudiera decirse que se ha tenido también una sociedad polarizada ideológicamente, donde dicho fenómeno condujo a muchos conflictos por parte de los electores y militantes políticos, demás estaría mencionar todos los procesos de corrupción donde se vieron involucrados por una u otra manera dichos partidos o algunos de sus principales dirigentes.
Luego del triunfo contundente en las últimas elecciones por parte del partido de gobierno es muy claro el mensaje de la población electora de su preferencia a un único partido que hoy tiene tanto el poder ejecutivo, legislativo y luego de destituidos a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y hasta el mismo Fiscal de la República y elegidos nuevos, son muchos los análisis que afirman también que el gobierno de turno tiene un control del poder judicial.
Dada esta lógica se puede analizar dicho fenómeno como una transición de los electores en su decisión de terminar de una vez el bipartidismo o polarización política a pasar al unipartidismo, y que se ha logrado establecer un triunvirato desde el ejecutivo hacia los tres poderes de Estado de la República salvadoreña.
Siguiendo está lógica en materia de democracia no se puede hablar de una dictadura en el sentido explícito del concepto como afirman muchos, desde el enfoque sociológico pudiera decirse que estamos bajo un Estado totalitario siendo una única fuerza política la que toma las decisiones más prioritarias en temas de nación desde los préstamos, proyectos, hasta la aprobación de leyes en beneficio de la población.
En esta nueva coyuntura política dado el gran respaldo popular y aceptación del gobierno actual por una gran mayoría de la población se espera que la institucionalidad y sus procesos políticos sean más democráticos a su vez que se tenga un mayor acceso y transparencia de la información pública para que de esta manera se construyan políticas con consenso como de temas de carácter urgente de nación.
Habría que preguntarnos como ciudadanía si en esta coyuntura política actual ¿se tiene un avance o retroceso en materia de democracia? ¿la ciudadanía está velando por el cumplimento de todos los derechos fundamentales de nuestra Constitución? ¿se ha fortalecido o debilitado la institucionalidad? ¿será posible que dentro del nuevo gobierno se logre terminar con las estructuras de corrupción establecidas en los anteriores mandatos?
La reflexión que dejo sobre el tema es que en la medida que se construya un mayor consenso democrático por parte de todos los sectores y se establezca un verdadero proyecto de nación a largo plazo, que se terminen los privilegios políticos, y la corrupción ya no sea un tema de interés nacional, que podremos avanzar a una verdadera visión de una democracia diferente y garante de todos los derechos fundamentales para la ciudadanía.
Es desde la opinión pública de la ciudadanía, los movimientos sociales, los actores sociales, y todas las diferentes las instituciones encargadas de velar y defender los derechos y la democracia del país que se debe constituir y llegar a un consenso de nación.
