Periodista valiente, ético, investigador…
Entre balas y banderas blancas elaboradas en el momento, con prisa, sin detenerse a ver como quedaban mejor, llegaban hasta el lugar de los hechos, con la misión de llevar la nota… pasaban de un bando a otro, con las mismas ganas de saber como de ignorar. Los periodistas de los ochentas no eran como los de hoy, y no es que aquellos sean de mayor calidad y los actuales no; pero, escudriñando la historia, tenían agallas al momento de indagar, es más, al momento de informar y no está de más señalar que sin redes sociales hacían coberturas por doquier.
Para presentar las imágenes tenían ética, esa que se ha perdido por el sensacionalismo, las ganas de obtener más «me gusta» en las redes sociales o por sacar la nota antes que la competencia.
Los periodistas de antaño se jugaban cara a cara con la muerte y otras, la tomaban por espalda, corriendo riesgos.
Hoy, con tantas herramientas tecnológicas es un error grave no informar como verdaderos periodistas, demostrando ética, poniéndose en la situación de cada víctima, siendo solidario, pensando en el daño que puede causar en la psicología del público una imagen fuerte.
Es de tener la valentía, fuerza de voluntad y el coraje para no limitarse a simplemente publicar la nota dura sin buscar el por qué, sin profundizar en los hechos, sin investigar.
No hay que olvidar que un periodista es un agente de cambio, cada nota genera un efecto, para bien o para mal, hay que intentar cada día que sea para bien, para transformar poco a poco esta injusta sociedad, porque el primer militante para este cambio somos nosotros.
