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Macora Castillo, soldado, futbolista y mecánico

Viajó a Europa, estuvo en el cuartel y formó parte de los equipos más destacados de San Miguel, así como del Alianza

Por: Erika Argueta | Fotos: cortesía

Mario Alfonso Castillo Díaz es un migueleño que ha destacado en el fútbol nacional, dejando una huella imborrable en la historia del deporte salvadoreño. Inició la aventura futbolística a sus siete años en la escuela Confederación Suiza.

Castillo es popularmente conocido como «Macora» desde los nueve años, cuando un día al regresar de la escuela, luego de dejar las cosas en la casa, le pidió permiso a su tía para ir a jugar al campo, ella le dijo que sí, “andate pero me pasas comprando leña”.

«Yo salí corriendo y al llegar a la acera iba pasando un niño con una «pailita» (huacal) de frijoles y me lo pasé llevando, se los boté y tenía una gran preocupación», narró, «no llores le decía, yo te voy a recoger los frijoles –pero era imposible recogerlos–, él lloraba y lloraba y llamaba a su mamá, la mamá se llamaba Coralia y todos le decían Cora, él decía: ‘¡Mama Cora, mama Cora, los frijoles, mama Cora!'», añadió.

Fue así como los niños un poco más grandes que él comenzaron a «chicotearlo» con eso, ahí viene mama Cora, –le decían– y él le tenía miedo a la señora y salía corriendo, por último, se acostumbraron a decirle Macora, sobrenombre que le quedó de por vida…

“Tenía catorce años cuando pude estar en un equipo federado, aquí antes había unas categorías que les llamaban quinta y cuarta, y había un equipo que se llamaba El Salvador, en el nombre del país y ahí me inscribieron por primera vez”, rememoró Castillo.

Pero su vida dio un giro inesperado a los 16 años cuando fue reclutado forzosamente por las fuerzas militares del país, que en ese entonces sometían obligatoriamente a casi todos los hombres, le llamaban «la descalza» a la patrulla que se encargaba de llevarse a los jóvenes al cuartel del ejército.

En ese contexto, al salir del alistamiento militar después de un año, pudo continuar sus estudios y reingresar al fútbol.

Sin embargo, poco después surgió el conflicto entre Honduras y El Salvador, el cual fue llamado la guerra de las cien horas, en esta ocasión, Macora fue solicitado nuevamente al cuartel de reserva –volvió a perder otro año en el deporte–.

“Saliendo nuevamente, ya no quería estar más en el fútbol y me metí a trabajar, a aprender un oficio, entonces entré a Saquiro, que ahora es conocido como Grupo Q, pero me llegaron ofertas del Club Deportivo Dragón y sentí que en el fútbol iba a ganar más que en un trabajo y regresé a la cancha”, relató.

Entonces fue inscrito en el Club Deportivo Dragón en una categoría de ascenso, ahora conocida como segunda división, en ese mismo año –que dijo fue muy cansado para él–, recibió una llamada de Juan Francisco Cariota Barraza, de quien en la actualidad el estadio de San Miguel lleva su nombre…

Barraza en ese entonces era el entrenador del Club Deportivo Águila, “Barraza nos llamó a tres de nosotros: José Roberto Serrano, Ismael Díaz alias el Cisco Díaz que Dios en gloria lo tenga y mi persona; llegamos a formar parte del Águila”, dijo Mario.

Por otra parte, el futbolista sufrió una lesión en el año setenta y seis que lo preocupó durante su carrera, cuando tenía cuatro años de dedicarse al futbol y pensó que ya no lo haría más, la lesión fue de ligamentos y meniscos de la rodilla derecha, por lo cual pasó diez meses guardando reposo, pero finalmente logró recuperarse.

Así, pues, estuvo seis años con los Emplumados, luego jugó la misma cantidad de años en un equipo llamado Santiagueño, en esa época estuvo en la Selección mundialista del país y fue a España en el ochenta y dos, pero fue una marca inolvidable para él, debido a la derrota que sufrieron en ese país contra la selección de Hungría, terminando con un marcador de diez a uno.

“Jugamos contra Bélgica que era subcampeón de Europa, después contra Argentina que era campeón del mundo, y los marcadores fueron diferentes, con Bélgica perdimos uno a cero, con argentina dos a cero y con un penal todo malaveriguado que le hizo Paco Flores a la Maradona”, rememoró.

Al retornar de nuevo con el Santiagueño pensó en retirarse, al no sentir la misma resistencia…

“Salvador Mariona, un entrenador, me dijo; vos estás todavía para dar más, vení ayudanos aquí al Alianza, yo vivía en San Salvador, me salía favorable, me quedé un año, en el ochenta y cuatro con el Alianza”, añadió.

No obstante, en la ciudad de San Miguel era aclamado por el Negro Naranja y su afición, constantemente le llamaban y le decían que era migueleño y que volviera. Fue así como en el ochenta y cinco decide regresar al Águila, pues ya había pensado retirarse y poner un negocio propio…

Macora Castillo se retiró del fùtbol en mil novecientos ochenta y siete luego de una final entre Alianza-Águila, se enfrentó contra sus excompañeros de equipo, en su último partido.

Actualmente es propietario de un taller de mecánica automotriz y trabaja en el departamento de cultura y deporte de la Alcaldía Municipal de San Miguel.

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Redacción UNIVO NEWS

Equipo de periodistas, estudiantes, editores y productores de la Carrera de Comunicaciones de la Universidad de Oriente UNIVO.

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