Fotografías: Erick Argueta
Aún queda pendiente construirles una casa digna
Francisco Vásquez de 96 años, su hermana Lorenza de 82, así como María Coreas de 78 y Lorenzo de 76, no pudieron contener el llanto a recibir la ayuda que estudiantes de Comunicaciones de la Universidad de Oriente les llevaron.
Ellos no podían creer que al fin podrían probar comida; los estudiantes les encontraron sin nada que poder comer, les hicieron algo para el día y les dejaron la cama que les donaron, utensilios de cocina, ropa, víveres, que generosamente los estudiantes recolectaron externamente, con la ayuda de otras personas.
Para llegar donde viven hay que pasar el casco urbano de la localidad, dirigirse hacia el río Torola y pasar por una calle que parece una quebrada seca, apta solo para animales de carga y vehículos de doble tracción.
La calle hacia caserío La Honda, de cantón San Dieguito es un terreno escarpado, abierto a punta de piocha por los lugareños, en adelante, no hay caminos, solo pequeños senderos rodeados de piedra y maleza, algunos arbustos pequeños también.
En las casas de estas personas adultas mayores, no sirven ni las hornillas, se están cayendo a pedazos y las viviendas también, una de estas la han cubierto con plástico.
Hasta la fecha, se espera que los salvadoreños se unan para ayudar a estas personas a poder contar con una vivienda digna y a poder seguir sobreviviendo, porque ellos siguen necesitando víveres. Los delegados de la palabra de la Iglesia Católica están pendientes de ellos, pero en la zona todos son pobres, por lo que necesitan ayuda todo el tiempo.
