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Esas cosas sencillas que llamamos democracia, estado de derecho o división de poderes

Por; Oscar Armando Duarte/Docente UNIVO

La Real Academia Española (RAE) define “ojalá” como una interjección que denota vivo deseo que suceda algo. Y es precisamente en ella que este texto tiene su base, más su inspiración radica en todas aquellas ocasiones en las que como salvadoreños (después de darnos cuenta de cómo están las cosas en nuestro país) hemos visto al cielo, suspirado con cierta melancolía y exclamado: ¡Ojalá algún día…!

Ojalá algún día valoremos la puntualidad, con la misma intensidad que defendemos nos atiendan casi instantemente al solicitar un servicio.  Ojalá algún día respetemos las señales de tránsito, con el mismo anhelo que esperemos encontrarnos con algún prójimo cortés cediéndonos el paso para cruzar.

Claro, probablemente esas parecerán cosas difíciles, entonces, déjenme soñar con algunas más sencillas:

Ojalá algún día volvamos a apreciar el arte del sentido común, sí, ese arte ya tan olvidado que nos lleve a dejar de hacer énfasis en las cosas que nos separan y las batallas sin sentido. ¡Ojalá buscáramos primero más soluciones y no más motivos de problemas!

Ojalá algún día pueda ver a mi gente sonreír, no porque se estén utilizando sus necesidades como moneda de cambio, entregadas al mejor postor; sino, porque las cosas sean como nos las enseñaron en la escuela, esas cosas sencillas que llamamos democracia, estado de derecho o división de poderes.

Ojalá algún día enterremos el pasado y avancemos hacia el futuro, pero no enterrando al pueblo en impuestos que no se van a poder pagar, porque, aunque son dignos de su salario no reciben un salario digno.

Ojalá algún día creamos en los milagros con más fe que con escepticismo. Esos pequeños milagros como que el pueblo disfrute del fruto de su trabajo y no de tener que “producir” para pagar la deuda externa.

Ojalá algún día tengamos más respuestas que preguntas sobre el trabajo que hacen nuestros gobernantes. Un país donde nuestros niños no sólo hablen de la paz o la dibujen, sino que la vivan. Y no aparezcamos en los noticieros internacionales como el ejemplo de un nuevo disparate.

Ojalá algún día tengamos una nueva generación de políticos, no por las ideas, sino por las prácticas. Aquellas que van más allá de hacer política con el pueblo para sacar un nuevo spot.

Y ojalá algún día la educación no sea solo un accesorio utilitario del presupuesto general de la nación, solo así verdaderamente podremos correr las cortinas de humo y ver la obra completa.

Sé que a estas alturas ya notaron la ironía en mis palabras. Las mismas surgen desde la incomodidad que genera el no tener la certeza de que el país que te vio nacer, pueda ofrecer las mínimas condiciones para ti y los tuyos. Un país dónde no le debamos las gracias al Estado por estar cumpliendo su función constitucional.

Hay que reconocer, independiente de nuestro pensamiento, el error ha estado en nosotros. En conformarnos con el “Ojalá algún día…” cediendo una vez más nuestros derechos a la utopía de que algún artificio legislativo, cambiará nuestra realidad.

El país va a mejorar el día que todas las personas cambiemos nuestra forma de pensar y dejemos el egoísmo. Se trata de comenzar desde hoy, viendo una solución donde no la hay, haciendo puentes donde otros los han derribado, viendo a cada salvadoreño como el prójimo al que debo respetar.

Porque la mayor fortaleza del pueblo salvadoreño está en su persistencia, en jamás darse por vencido. Este es el momento para que líderes, jóvenes y adultos, dejemos de ver nuestro pequeño círculo y comencemos a tener una visión grandiosa de nuestro pueblo, a eso me refiero con ya no ser egoístas. Ya no solo pensar en nuestro bienestar, sino en el de los demás, pues aún lo poco que podamos hacer podría ser mucho para el que no necesita.

Y es que el día que El Salvador vea la luz está tan cerca como sus ciudadanos lo decidan, no los gobernantes (por parte de algunos viviéramos en la oscuridad para siempre), no los estratos más altos o las cúpulas. ¡El pueblo señores!


Permítanme, usar una última vez la interjección que da título a este escrito:

Ojalá algún día podamos ver a la cara a nuestros hijos y decirles que cuando llegó el momento de trabajar por nuestro país lo hicimos como una sola nación. No importando ideología, religión, dónde trabajamos o cuánto tenemos, sino que somos salvadoreños.


¡Dios te salve patria sagrada!

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Redacción UNIVO NEWS

Equipo de periodistas, estudiantes, editores y productores de la Carrera de Comunicaciones de la Universidad de Oriente UNIVO.

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