“En el territorio salvadoreño permanece un machismo fuerte”
“La sociedad salvadoreña es más conservadora que la nicaragüense”, Olga Baires
Fotografía: Nory Hernández
Su rostro aguerrido y sereno, de ojos cafés, cabello castaño y piel trigueña, más la seguridad con la que se expresa, hacen denotar que Olga Alejandra Baires Turcios, es una mujer que ha enfrentado diversas experiencias para hablar con propiedad sobre el tema de género.
Ella es una salvadoreña originaria del departamento de Usulután, que en 1960 decidió salir del país para formarse profesionalmente, optando por una ingeniería agronómica en la universidad Estatal de Moscú en Rusia, donde tuvo que estudiar junto a 80 hombres y demostrar que las mujeres son capaces de alcanzar sus metas, sin importar su género o procedencia.
“Vengo incursionando en ambientes masculinos desde mi juventud; estudiar con 80 hombres no fue fácil, sobre todo porque no habían mujeres latinoamericanas estudiando “carreras de hombres”, pero tuve que ponerlos en su lugar y establecer los límites del abuso masculino”, relata Baires sobre su experiencia en Rusia.
Una vez que logró terminar su carrera, viajó hacia París para hacer un doctorado en sociología rural, en la universidad de La Sorbona, donde vivió por 13 años, alcanzando un total de 18 años de estar fuera de El Salvador, si se suman los cinco que estuvo en Rusia.
Sin embargo, cuando decidió retornar a Centro América, en búsqueda de oportunidades laborales en su área de especialización; no optó por regresar a El Salvador, sino a Nicaragua, por tratarse éste de un país eminentemente agrícola y ser considerado como un granero, presentando así un panorama beneficioso para el desempeño de su carrera.
En cuanto a su área sociológica, Nicaragua también poseía condiciones favorables para su desempeño, al encontrarse en un contexto organizativo de diversos sectores de la sociedad civil, en el que según ella, las mujeres fueron protagonistas de la revolución sandinista, por haber jugado un papel importante la misma.
“Como los hombres se habían ido a la montaña, muchas mujeres productoras agrícolas (campesinas principalmente), agarraron las herramientas que tradicionalmente habían sido manejadas por ellos y empezaron a meterse con tractores y todo al campo; entonces eso permitió visibilizar el gran aporte que las mujeres damos”, afirma Baires con seguridad, insistiendo en que el trabajo de la mujer siempre ha estado invisibilizado y que esa fue una buena oportunidad para demostrar que también ellas pueden desarrollar esas actividades supuestamente masculinas.
Pero también plantea que el adoptar esas ideas, del rol que debe desempeñar una mujer, no solo depende del machismo de los hombres, sino de la reproducción de esa ideología de exclusión, marginación y subordinación que transmiten algunas mujeres a través de la educación que les dan a sus hijos; por lo que considera que ambos géneros son víctimas de una ideología patriarcal.
Sin embargo, en Nicaragua, durante el periodo de la revolución sandinista, se estaba promoviendo la participación activa de la mujer en diferentes roles, mediante la creación de sindicatos, asociaciones de mujeres campesinas y estudiantes, que darían paso a algunas teoréticas de género como Carolina Moser, para sustentar sus tesis en la experiencia nicaragüense con el fin de empoderar a las mujeres.
A partir de ello, la universidad de Harvard de Estados Unidos, recibió todo el bagaje analítico que las teoréticas habían sustentado en esa historia y diseñó una herramienta analítica, que fue proporcionada a las mujeres nicaragüenses para que empezaran a estudiar de manera organizada el rol de los hombres y las mujeres en el ciclo de vida.
“Nicaragua es un modelo en la teoría de género, no solo para América Latina, sino para Norteamérica y Europa, porque a partir de entender cómo se armaban las relaciones de poder en ese país, se empezó a crear toda una teoría”, explica Baires.
Asimismo, expone que con todos esos aportes, la universidad de Harvard creó el instrumento investigativo analítico que les permitió demostrar todo lo que estaba sustentado en la teoría y comprobar, entre muchas otras cosas que el trabajo del hogar es tan importante como cualquier otro, porque las mujeres son capaces de realizar hasta 40 actividades simultáneamente.
“Durante la investigación nos lanzamos al territorio y reuníamos a las familias; los hombres se quedaban impresionados cuando conocían el aporte de las mujeres desde que se levantan hasta que se acuestan y nos decían: Pero es que nosotros no nos imaginábamos que las mujeres trabajan tanto, en mi cabeza yo decía como se queda en la casa no trabajan”, relata con orgullo al saber que pudieron demostrar que estaban equivocados.
El crecimiento de Nicaragua en la teoría de género y su aplicabilidad, en comparación con El Salvador
Baires reconoce que El Salvador ha tenido avances importantes en esa materia, al crear un marco jurídico, como la Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación de la Discriminación contra las Mujeres y la Ley Especial Integral para una vida Libre de Violencia para las Mujeres, además de la política nacional de igualdad que refuerza el marco normativo y legal; sin embargo, señala que en la práctica es totalmente diferente.
“En el territorio salvadoreño todavía prevalece un machismo bastante fuerte y no digo que en Nicaragua no, pero El Salvador aún está con una ideología patriarcal muy fuerte y aunque que haya mucho esfuerzo que por reforzar las leyes, la cultura está todavía con un corte patriarcal que hay que trabajar”, indicó la salvadoreña-nicaragüense.
También detalló que según un informe del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU), de 120 organismos autónomos y no autónomos, solo 30 tienen acciones positivas de género, “unos ministerios tienen unidades y políticas de igualdad y otros no; entonces ¿Cómo es posible si hay ley y un marco jurídico, porqué es una ultra minoría la que se alinea para cumplir?”, se pregunta Baires, intentando entender la situación de su país de origen.
Por lo que apunta a que habría que trabajar muchísimo para llegar a todas las instituciones públicas y privadas, con el fin de hacer reflexionar sobre los derechos humanos de las mujeres y luchar por la igualdad de las mismas en relación a los hombres.
“Lograr la igualdad es un paso difícil, pero no imposible” Alejandra Baires Turcios, especialista en temas de género.