Por: Jairo Gómez
Luego de probar varias veces, la siembra empezó a dar frutos y ahora cosecha y da trabajo a su familia
Por más de 12 años don Wilfredo Paiz se ha dedicado a la filmación de videos y toma de fotografía en eventos realizados generalmente en el municipio de Moncagua, departamento de San Miguel, pero la pandemia por el COVID-19 lo obligó a reinventarse para poder generar ingresos económicos, pues las bodas, quince años, festivales, entre otros, fueron suspendidos en el período de confinamiento.
Paiz comentó que hace dos años se capacitó en un proyecto financiado por el Programa Mundial de Alimentos (WFP) por sus siglas en inglés, que es el organismo de asistencia humanitaria más grande del mundo, “fuimos instruidos en el cultivo de hortalizas durante tres meses; sin embargo, desde entonces no había puesto en práctica estos conocimientos, pues la comodidad dominaba la búsqueda de nuevas oportunidades”.
No obstante, durante la cuarentena surgieron necesidades y por consiguiente a principios del mes de mayo se propuso una nueva meta, cuyo escenario de ejecución fue el patio de su vivienda, ubicada en el caserío El Zapote, cantón Santa Bárbara; gracias a que anteriormente había comprado semillas de tomate y pepino, pues en ese entonces, los agroservicios también estaban cerrados, pudo iniciar.
Fue de esta forma como comenzó el proceso de siembra, no fue fácil explicó, pues los primeros intentos fueron en vano, ya que “cuando la temperatura estaba alta, las plántulas se secaban”, comentó refiriéndose a las de tomate; pero poco después descubrió que no era ese el problema.
Con base en dichos resultados, se dispuso a buscar información en la web, ya que quizá había olvidado algunos detalles, ahí encontró diversos métodos para este tipo de cultivo, logrando hacer efectivo su crecimiento por primera vez en vasos descartables, ya que preparó un químico a base de ingredientes como ajos, chile y pimienta, para combatir el comején de tierra.
A partir de esto, los resultados fueron favorables para el desarrollo de la plantación, no obstante, las dificultades continuaron, “recuerdo que cuando logré estabilizar el cultivo por primera vez, vino la tormenta tropical Amanda, el terreno no era el más adecuado y arrasó con todo”, comentó.
Pero las ganas de salir adelante fueron mayores que los obstáculos y por esa razón, se dijo a sí mismo: “no es posible que me quede estancado después de tanto que he luchado” y volvió a sembrar… solo que esta vez ya contaba con suficiente experiencia en cuanto a posibles amenazas.
La luz al final del túnel estaba apareciendo para el primo Will, como es conocido en la zona, cuando al emprender nuevamente otro proceso de siembra, logró que las plántulas de tomate nacieran y estuvieran listas para ser trasplantadas y cosechadas.
Él explicó como en esta ocasión realizó todos los pasos que anteriormente le habían resultado útiles y que incluso los mejoró, decidió sembrar las plantitas en una borda y a 50 cm cúbicos, con esto logró que el terreno ya no fuera frágil ante la lluvia y mejoró la distancia entre cada una.
Asimismo, añadió que utilizó varas brasil, mismas que sembró hace algunos años en su terreno, también uso “pita”, una especie de lazo delgadoyalambre para darle soporte a las plantas, pues estas alcanzan una altura de más de tres metros y el viento podría causarles daño.
Con el paso del tiempo, las plantas llegaron a su punto, dieron fruto; , sin embargo, todavía no cantaba victoria, pues ellas florecían, pero tres días después, las flores se caían, fue entonces cuando recordó que tenía el contacto de una de las capacitadoras del proyecto y decidió consultarle.
“Yo le llamé y ella me atendió amablemente”, dijo Paiz, fue así como le brindó detalles del problema y comenta que ella le orientó sobre las posibles causas, asimismo le propuso diversas soluciones, mismas que implementó de inmediato y para su favor, resultaron efectivas, convirtiéndose esta en la última pieza del rompecabezas.
Según Sergio Solórzano, alcalde del municipio de Moncagua, el proyecto en el que participó Paiz, benefició alrededor de 30 familias con capacitación y parte de implementos para iniciar la producción.
“También tenemos otro grupo de 25 familias a quienes se les ha brindado casi todo, herramientas para trabajar la tierra, sistemas de riego y tanques, porque el objetivo es que produzcan en pleno verano”, expresó Solórzano, asimismo agregó que se ha capacitado un grupo de mujeres gracias a Ciudad Mujer, donde fueron beneficiadas al menos 60 familias.
El Edil comentó sentirse satisfecho con los resultados y agradecido con la población por sumarse voluntariamente a este tipo de programas, ya que aunque se tengan las oportunidades gracias a las instituciones y la gestión de su administración, nada fuera posible sin su disposición de mejorar la calidad de vida.
Por su parte, Paiz agregó que este ha sido un trabajo en equipo y lo seguirá siendo, pues en todo este tiempo también ha contado con el apoyo de su sobrina y su madre, doña María del Tránsito Paiz, quien comentó que “hubo un tiempo que se quedó sin llover y teníamos que regar las plantas por la mañana y por la tarde”.
La reapertura económica es una realidad y el primo Will podrá desempeñar su profesión moderadamente; sin embargo, ahora él y su familia tienen una fuente de ingresos adicional, y de esta forma también benefician a sus vecinos, “me da gusto que haya tomado esta iniciativa, pues ahora podemos disfrutar de hortalizas frescas y sanas, sin necesidad de ir al mercado y exponernos al virus, así nos ayudamos los unos a los otros”, expresó Yaquelin Coreas.
Actualmente el huerto del primo está compuesto por alrededor de 175 plantas de tomate, así como pepino, melón y ejotes, pero afirma que pronto iniciará la siembra de otras hortalizas como rábano, chile verde e incluso sandía.
