Los habitantes de San Rafael Oriente han perdido la oportunidad de dar a conocer su idiosincracia con la suspensión del festival de la jícama
Por: Flor Sánchez/Yeny Romero
Edición: Jairo Gómez
René Alberto Torres de 59 años, originario del municipio San Rafael Oriente, San Miguel, es docente de educación básica y trabaja en el Centro Escolar Alberto Masferrer del mismo lugar; pero aunque tiene una carrera profesional, no ha olvidado el oficio que le enseñó su padre: cultivar jícama.
Cuando tenía19 años comenzó a dedicarse a la siembra de este tubérculo y desde entonces ha dedicado la mayor parte de su tiempo libre a trabajar la tierra.
En ese sentido, Torres también comparte los conocimientos con sus dos hijos, por lo que se ha convertido en una tradición familiar, «en los inicios la siembra de la semilla de jícama se hacía de una forma artesanal, con el paso de los años eso ha venido cambiando», comentó.
Es importante mencionar que los terrenos donde el docente y sus hijos siembran, fueron heredados por su padre, por lo que esto disminuye el costo del producto — que ahora cuesta $15.00 la red— , porque «si rentáramos el precio serio de ciento cincuenta a dos cientos», aseguró.
Sembrando las jícamas
Las semillas para cultivar la jícama se obtienen de dos formas: la primera es sembrar el semillero, en el mes de junio, en esa fecha se hace más grande, por la usencia de viento; se cortan las vainas, se asolean y aporrean.
«La forma de sembrar es que la tierra esté totalmente limpia, luego se empareja porque es un borde el lugar de siembra, detrás va un trabajador regando semilla, luego la tapamos de una forma que pueda emerger cuando llueve a una distancia de cuatro dedos», explicó René.
Por otra parte, el agricultor rememoró que hace algunos años la tierra no necesitaba abono, ni insecticidas; pero él sigue haciendo uso de la cuma, evitando contaminar el sagrado suelo.
Un cultivo en riesgo
«Antes venían clientes desde San Salvador, directamente del mercado La Tiendona, después algunas señoras empezaban a comprar jícama, para llevarla al mercado y ellos revender; ahora solo vienen personas que venden en la orilla de la carretera», relató.
Torres mostró su preocupación, ya que las ventas de jícama han bajado, debido a que la cantidad de productores ha aumentado.
«Si no cambian las bajas en cuanto a las ventas, va a desaparecer el patrimonio cultural, que es como lo hemos considerado toda la vida», sostuvo.
Por otra parte, los agricultores han estado expuestos a las sequías, siendo este un problema, pues el cultivo es vulnerable a la falta de agua, así que cuando no llueve, se da por perdida la siembra.
Misael Portillo, quien es uno de los ayudantes de Torres, comentó que en ocasiones también se han visto afectados por las plagas, pero que han desarrollado métodos para cuidar la cosecha.
El extinto festival de la jícama
El festival de la jícama nació en diciembre del año 2016, con el objetivo de exponer las maravillas de la jícama, así como una oportunidad para los pobladores de generar ingresos.
«Se hacen diferentes platillos como la choco jícama, jícama endiablada, jícama loca, seviche de jícama y la horchata de jícama», dijo Rebeca Martínez, Directora de la Casa de la Cultura del municipio.
Sin embargo, esta actividad se suspendió con la llegada del COVID-19 al país, por lo que ya lleva dos años consecutivos sin realizarse.
‘’Esta es una rica fruta, muy productiva para quienes la siembran y compran en el municipio», comentó Alejandra Vides, ciudadana natal de San Rafael.
Y aunque San Rafael Oriente aún no ha perdido su tradicional cultivo y se pueden ver vendedores de esta deliciosa fruta a la largo de la carretera El Litoral, los lugareños y agricultores consideran que se le debe dar un nuevo impulso, apoyando el proceso de cosecha y celebrando otra vez el festival de la jìcama en el municipio, incluso para promover el turismo local.