Por: Alexander Romero
De joven quería ser aeromoza, pero la vida quiso que fuera enfermera. Llegó a Conchagua un 21 de enero de 1997 y desde entonces, ha trabajado cuidando la salud de todos los conchagüenses. La pasión y entrega con la que cuida a su familia, es la misma que transmite en su trabajo, pues hay ocasiones en que va de casa en casa preguntando si los niños ya tienen todas las vacunas.
Ana Ruth Cruz Flores, es originaria de San Miguel, y la primera vez que llegó a Conchagua, fue para cubrir una plaza de enfermería. Nunca se imaginó que aquel pueblito terminaría siendo su hogar y el lugar donde vería crecer a su familia.
Cuando cursaba el Bachillerato, una amiga la animó a que se inscribiera en la Escuela de Enfermería, para su sorpresa, pasó todas las pruebas y fue admitida;entonces creyó que no podría seguir adelante, pues no contaba con los recursos económicos para costearse la carrera, pero gracias al apoyo de su padrastro logró culminarla con éxito.
Recuerda el día en que le dijeron que sus prácticas profesionales las haría en el Hospital de Nacional de Santa Ana, «Esa fue una noticia muy dura para mí, pues yo era madre soltera y no podía llevarme a mis dos hijos, esa situación me angustiaba y me dolía mucho», comenta. Fue su hermana menor la que se encargó de cuidar a los niños en su ausencia y una vez finalizada la práctica regresó a San Miguel, donde le asignaron una plaza en la Unidad de Salud de Intipucá y luego llegó el traslado a Conchagua.
Viajaba todos los días desde San Miguel hasta Conchagua, pero al ver que no le tenía mucha cuenta, decidió rentar un lugar donde vivir y llevarse a sus niños, que para esa época ya eran tres. Y así, comenzaron una nueva vida, que según explica, no fue fácil para ninguno de ellos, pero con el tiempo y el cariño de la comunidad las cosas se hicieron más llevaderas.
Luego, llegó el cuarto hijo y por circunstancias de la vida, le tocó afrontarlo sola, como a los anteriores. «Nunca anduve peleando cuotas alimenticias, pues eso nunca me gustó, además los padres de los niños ya sabían que tenían hijos, si no me apoyaban era porque no querían. En el caso de mi último niño si la situación fue distinta, pues el papá falleció y ahí no había nada que hacer. Así que la vida quiso que los sacara adelante sola», menciona.
Cuenta que a los pocos años de haber llegado a Conchagua, unas personas de buen corazón le ayudaron a adquirir un terreno para construir su casa, la cual estaba hecha en su mayoría de lámina y madera. Pasó el tiempo y nunca dejo de luchar, hasta pagar el préstamo, mejorar su casa y darles educación a sus hijos. «Dos terminaron la universidad, uno es Economista y el otro Ingeniero en Sistemas, los otros dos aún están en proceso», menciona muy orgullosa niña Ruth, como la llaman las personas de la comunidad.
Para ella ser madre, es entrega, pasión, compromiso y sufrimiento, pero también es amor y alegría. «Hay días en los que uno no sabe qué hacer, porque no hay un manual para ser mamá, no hay nada que le diga a uno cómo debe criar a los hijos. Así que se tiene que ir aprendiendo en el camino. A veces se toman buenas decisiones, a veces no, pero en lo personal estoy muy orgullosa de la crianza que les di a mis hijos, aún con todas las dificultades que pasé, siempre traté de darles lo mejor», comenta.
Han pasado 26 años desde que llegó a Conchagua, y desde entonces ha visto nacer y crecer a tres generaciones. Algunos niños que nacieron en los primeros partos que atendió, ya son personas adultas, son padres y madres y llegan con sus niños a pasar consulta y eso le alegra mucho.
Aparte de sus funciones como enfermera, también es la encargada de la farmacia de la Unidad de Salud y forma parte del Comité de la Niñez y Adolescencia, en donde trabaja por acercar los servicios de salud a este segmento de la población.
Aunque ya cumplió su tiempo reglamentario de trabajo, siente que todavía tiene mucho que aportar a su comunidad, y le pide a Dios que le permita seguir cuidando la salud de los conchagüenses y disfrutando del amor de sus cuatro hijos y sus siete nietos por muchos años más.
