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“Ningún obispo como él, que miraba con amor a la gente del pueblo”

Marta Cerna es santiagueña y ayudó a Monseñor Romero como secretaria y en la evangelización de la zona

fotos: cortesía Marco Aguilar y Stefany Rodríguez

La primera vez que vio a Monseñor Romero fue cuando llegó a la tienda donde trabajaba, él, buscaba a sus “patrones” y ellos no estaban, lo antendió: – fíjate que quiero conocer a la gente del mercado- si Monseñor, yo voy a ir con usted le dije, y me fui, más adelante le encargué a la niña Tita Ortiz que lo acompañara…

Así relató Marta Cerna su primer encuentro con Monseñor Oscar Romero, quien acababa de ser nombrado obispo de Santiago de María, Usulután.

Marta Cerna posa con Monseñor Romero, en Santiago de María.

En otra ocasión, Monseñor le invitó a conocer donde vivía luego que ella llegara a dejarle unas quesadillas“ era tan sencillo Monseñor, su cuarto solo una cama, un mueble donde tenía su ropa para dar la misa y un cristo, era todo” recuerda.

Marta Cerna se convirtió en la secretaria de Monseñor Romero, le ayudaba sacando actas de matrimonio, fe de bautismo y otros documentos cada vez que se requería.

“Como trabajaba en la tienda no podía ir todos los días, pero le ayudaba y cuando hacía matrimonios masivos me tocaba sacar muchas fes de bautismo, me iba temprano a sacarlas” rememoró. Monseñor en una ocasión casó a 350 parejas en la iglesia del Calvario.

Siendo obispo, Romero iba a las 7:00 de la noche, tres veces por semana a evangelizar en los cantones Las Flores, Marquezado, La Peña, iba en un jeep, a algunos los acompañaba, a otros no debido a su trabajo.

“Tuve la experiencia de caminar con él, pero fue poco tiempo, luego se fue para San Salvador, lo nombraron para allá…tenía una humildad, ningún obispo como él que miraba con amor a la gente del pueblo” dijo con nostalgia.

Pan, café y alojamiento para los cortadores 

Cuando Cerna afirma que Monseñor miraba con amor a la gente recordó como éste al ver a los cortadores de café que aguantaban frío en las calles de Santiago de María o el parque, él personalmente llegaba a levantarlos y los llevaba a la casa episcopal, les daba café con pan.

Una vez se fue Romero a ejercer su ministerio en San Salvador, Cerna afirma que escuchaba sus homilías en la radio y cuando lo asesinaron no pudo ir a la ceremonia del sepelio.

“Me desboroné cuando supe que estaba muerto y luego que por lo económico no pude asistir al sepelio; pero  me quedé esperando el día que ya vamos a vivir, de verlo como santo, he ido a la cripta  en la catedral y cuando veo su báculo le pido que interceda por mi hija, porque él desde ya es un vendedor.

A mis 79 años me siento muy feliz de haber podido estar a su lado y de vivir este tiempo en el que lo van a canonizar” Marta Cerna, santiagueña.

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Redacción UNIVO NEWS

Equipo de periodistas, estudiantes, editores y productores de la Carrera de Comunicaciones de la Universidad de Oriente UNIVO.

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