Yaneth Abrego no recibió la ayuda del bono de $300 por parte del gobierno, no tiene un trabajo estable, su esposo tampoco ya que laboraba por contratos, y ahora que ya no puede hacerlo se ve obligado a ir al río a pescar para de alguna forma variar sus alimentos.
Por: Emma Ventura Saravia/Julissa Montoya
Una sopa de chipilín con pipianes cocina Santos Yaneth Ábrego, esta será un tiempo de comida para palear el hambre de ella, su esposo y sus tres hijos, quienes viven en un rancho de láminas viejas y deterioradas, construida sin permiso a la orilla de la carretera El Litoral, cantón Los Llanitos, en San Miguel, por no tener donde vivir, por no tener un terreno propio.
La “ranchita” como ellos le llaman, tiembla con el paso de las rastras cañeras y los vehículos pesados, el ruido es la constante en el lugar, así como la pobreza. La pequeña armazón de láminas está además en las proximidades de un campo sembrado de caña, lo cual se convierte en una amenaza cuando la cosechan pues le prenden fuego, en muchas ocasiones es insoportable el calor del fuego, el humo invade su pequeño y humilde hogar, comentó.
“Nosotros no tenemos papeles de donde vivimos, más bien este pedacito de terreno que nosotros tomamos para poder construir nuestra casita, y darles un techo a nuestros hijos pertenece a la calle, tememos que en algún momento nos saquen y no tengamos para donde irnos”, mencionó..
Santos no cuenta con un trabajo estable, nunca lo ha tenido, ella le ayuda con los alimentos básicos a su esposo, ganándose un poco de dinero que hace de lavar ajeno… “si, a mí me buscan del cantón para lavar y pues lo hago para suplir algunas necesidades, me traen la ropa y pues cobro la docena a $2.50, y de esa forma vamos pasando nuestro día” dijo con algo de resignación
En algunas temporadas Santos también hace tamales de elotes, los que cosechan de la siembra que logra cultivar su esposo; sale a venderlos junto a su hija; Transito, su compañero de vida se dedica a la albañilería, de alguna u otra forma se mantienen, aunque sea a medias, comentan.
Yaneth Abrego no recibió la ayuda del bono de $300 por parte del gobierno, no tiene un trabajo estable, su esposo tampoco ya que hacia trabajos por contratos, y ahora que ya no puede hacerlo se ve obligado a ir al río a pescar para de alguna forma variar sus alimentos.
Las necesidades antes y durante de la situación actual ha sido dura para la familia Abrego Martínez, y más ahora que su esposo no tiene trabajo, por el momento la única fuente de ingresos económicos es de lo que ella lava, a veces comenta que pasa desde las 7:00 de la mañana hasta las 4:00 de la tarde pegada en su lavandero, con el propósito de sacar la ropa y que las personas le puedan pagar en el mismo día.
En la rústica vivienda de Santos no hay energía eléctrica, se alumbran con velas, solamente tiene dos camas, una hamaca y una hornilla en el suelo, unas cuantas sillas, nada más.
Otras personas, como Claudia Molina, una pequeña emprendedora también ha sido afectada por la cuarentena, ella cuenta con una tienda la cual pensó cerrar en estos días, pero los residentes del cantón Los Llanitos le pidieron que la mantuviera abierta, para poder abastecerse de lo básico.
Así que, decidió hacer un distanciamiento de contacto a la hora de que las personas puedan ir a comprar, pero mantener abierto; en la tienda se mantienen más de dos metros de distancia entre ella y sus clientes y a la vez pintó de color rojo algunas partes que significa en el lugar o hasta el punto en donde las personas pueden acercarse.
En tanto las pequeñas emprendedoras que venden pupusas en la zona como María Alfaro, se mantiene trabajando, pues la gente de la zona tiene pocas opciones para varias su comida y por supuesto también para sobrellevar la carga económica de su hogar.
Otras micro emprendedoras tienen miedo de la pandemia, aguardan en su casa a que termine la cuarentena y reiniciar tus negocios.
En la zona, el alcalde Miguel Pereira llevó canastas básicas, aún así los lugareños temen que en los próximos meses se agudice la situación para ellos y les falten los alimentos; aunque a la vez aguardan a que mejore el panorama y en un futuro cercano, al menos los niños tengan mejores condiciones, de vivienda, educación y comida, dijeron.
