Por: Julissa Montoya
foto: Tecnológico de Monterrey
Ya 12 meses aproximadamente de estar conviviendo con el COVID-19, un tiempo en el que las mascarillas se han vuelto lo más indispensable, en donde el alcohol gel es el perfume que en nuestra bolsa no debe de faltar y el tema esta en todo, tanto que también la cifra de casos se ve normal, así como la cifra de muertes diarias, lo mencionan como algo cotidiano.
Sin embargo, en lugar de pensar salir y hacer nuestras cosas como antes y debemos cuidarnos de la pandemia; más allá de todo eso, existen otras situaciones, que muchos hemos atravesado, y que en parte nos han dejado una marca incurable, y que cada día tratamos de sanarlas, pero… ¡No es tan fácil!
Muchos en medio de esta pandemia han perdido un ser querido, ya sea por causa del COVID-19, accidentes, enfermedades incurables o por crímenes a sangre fría. Una pérdida que en parte nos ha venido a cambiar la vida por completo.
Y por ello, a fe, en muchas ocasiones se nos ha agotado, llegando al límite de culpar a Dios por la situación en la que estamos atravesando, sintiéndolos sin fuerzas para continuar, cayendo en una depresión, pero la única forma de salir de ahí es poder levantarse, retomar la fe y seguir de la mano de Dios, pues en realidad él siempre está en cada situación que enfrentamos.
Sé que muchos se identificarán porque han vivido una situación similar en los últimos meses, y que en muchas ocasiones nos preguntamos ¿Por qué duele tanto la muerte? si en parte, es una ley de la vida y que en algún momento nos sucederá.
Y si, entramos en una estado que nos culpamos, o decimos porque no le dije cuanto le amaba y lo importante que era para mí, pero… en muchas ocasiones nuestro dolor dice más que nuestros actos y palabras.
Sin embargo, no cabe duda, que la fe en tiempos de pandemia muchos la habrán perdido, dejando procrastinar todo, hasta los recuerdos de esa persona que no murió, sino que se fue antes que nosotros.
Pero… que ese ser querido que se fue antes que nosotros siempre vivirá en cada uno de los recuerdos que guardaremos, como también convirtiéndose en el silencio de cada uno de nuestros hogares…
No dejes que tu fe muera, y si eso está pasando… retómala, ya sea cantando, bailando, estudiando, leyendo, haciendo lo que a nuestro ser querido le gustaba…llevando el duelo en el corazón, pero, siempre viviendo, retomando tu vida.