“Monseñor era sencillo” Gilma Rivas
Una vez él me preguntó “que había de comida” y yo le dije que “frijoles monos con pellejo de cuche” y me él me dijo “con pezuña” y le respondí “no, con pellejo de cuche”; y empezó a comer
Redacción y fotos: Fátima Rivas
Gilma Orlanda Rivas, residente de Ciudad Barrios, tierra que vio nacer al primer santo de El Salvador, recuerda momentos que vivió junto a Monseñor Romero y que guarda en su mente y en su corazón como un tesoro.
“Conocí a Monseñor Romero porque él tenía comunicación con Vilma y Pacita, mis hijas mayores, cuando tenía un programa en la Radio que se llamaba “Sentir con la Iglesia”. Luego tuve más contacto con él cuando era obispo, siempre visitaba a mi papá, ahí llegaba a comer, esos momentos yo los tengo como una anécdota de él.»
En la casa de Rivas, se encuentra un altar con la imagen de Monseñor Romero, junto a él una veladora y un florero que adornan un crucifijo. Mientras ella está sentada, y sostiene en sus manos una foto de la antigua casa de Monseñor Romero, cuenta pequeñas anécdotas que vivió junto al Beato.
“Él llegaba a comer donde mi papá, y nunca buscaba el mejor lugar para sentarse; se acostaba en la cama de mi padre a descansar, así era de sencillo él; siempre me preguntaba por las quesadillas de “la canducha”, porque después de comer se tomaba una taza de café acompañado de una quesadilla, y se acostaba a dormir”
Los recuerdos vuelven y los relata como si los volviera a vivir, “una vez me pregunto: “¿cuál es el enemigo de la serpiente?” y yo le dije “Monseñor, una serpiente no tiene enemigos, si es el animal más ponzoñoso” y el me respondió “claro que tiene, es el sapo, porque cuando la serpiente se lo va tragando él se hace bien chupadito, pero cuando siente que va por las mandíbulas se inflama y lo rompe”, esa es una de las cosas que recuerdo” rememora.
Una vez le iban a celebrar el cumpleaños, y llegó donde mi papá y le dijo “mira Jorge sin preguntan por mí deciles que no estoy, porque mi estómago tiene un límite y a saber que me tienen preparado aquella gente allá”, se acostó; pero llegaron unas señoras a buscarlo con una gran bulla, hasta que lo despertaron y se fue con ellas; pero les dijo que no iba a comer nada, porque ya había almorzado frijoles monos en mi casa» comentó feliz de haber tenido un vinculo directo con el santo.