El Museo Nacional de Antropología (MUNA) se transformó en un espacio de recuerdo y celebración el pasado 2 de noviembre, Día de los Difuntos, donde los salvadoreños honraron a sus ancestros a través de actividades culturales, artísticas y gastronómicas que resaltaron la riqueza de sus raíces.
Por Anny Scarlet Martínez
La conmemoración en el MUNA brindó a los visitantes una experiencia envolvente de tradición y memoria. El altar de muertos, inspirado en los Canchules de Nahuizalco, cautivó a los presentes con su simbolismo y detalle, invitando a la reflexión sobre el vínculo entre la vida y la muerte en la cosmovisión salvadoreña.
La gastronomía tradicional tuvo un papel destacado, gracias al Chef Manuel Cuerno, quien ofreció una variedad de platillos como tamales, ayote, ticucos y atoles. Cada sabor conectó a los comensales con sus raíces, evocando la unión familiar y el respeto hacia quienes partieron, a través de alimentos que mantienen viva la herencia cultural.
El espectáculo artístico no se quedó atrás, el conjunto folklórico Xilotepec emocionó al público con danzas tradicionales que dieron vida al espacio, transmitiendo alegría y solemnidad, y recordando el valor de nuestras costumbres para honrar a los seres queridos.
El cierre del evento fue un homenaje musical a cargo del Quinteto de Cuerdas y Voces, cuya interpretación de melodías folclóricas y populares permitió a los asistentes conectar con el pasado y celebrar la continuidad de la vida. Con cada acorde, el MUNA vibró en honor a la memoria y al legado que los antepasados dejaron en la cultura salvadoreña.
