Con ojos llenos de recuerdos, Mario Lazo Alvarenga revive la historia que ha marcado a su familia y su comunidad. La Giganta de Jocoro, una imponente figura que recorre las calles durante las fiestas patronales, mucho más que una tradición, es un símbolo de identidad que Mario ha protegido con pasión y compromiso.
Por: Jhonatan Maldonado/Anny Scarlet Martínez
El origen de la Giganta se remonta a 1908, cuando Nicolás «Culacho» López, bisabuelo de Mario, la creó inspirado en el hallazgo de restos óseos gigantes en el Caserío del Gigante, en Sociedad, Morazán. Desde entonces, esta figura encabeza las festividades de la Virgen de Candelaria. «Desde niño me gustaba la tradición cuando mis ancestros la presentaban en las fiestas patronales. Cuando mi padre falleció, supe que debía continuar con ella”, comparte Mario, visiblemente emocionado.
El mantenimiento de la Giganta requiere técnicas artesanales heredadas de generación en generación. Mario utiliza materiales como bejucos de chupa-chupa, jiote y fibras de mezcal, esenciales para mantener la esencia original de la figura. “Algunas máscaras antiguas de jiote y tambor todavía existen, y se cuidan como tesoros para que las generaciones vean cómo se hacía todo antes”, explica Mario con orgullo.
La comunidad reconoce el esfuerzo detrás de esta tradición. “Don Mario no solo mantiene viva la tradición, sino que cada año la Giganta sale más imponente, y eso se debe a su compromiso incansable”, afirma Evelyn, una vecina. Omar, otro residente, añade: “Él nos enseña a valorar lo que tenemos, a entender que la Giganta es parte de nuestra identidad, y eso es invaluable”.
En 2023, la Asamblea Legislativa declaró a la Giganta como Bien Cultural de El Salvador, resaltando su relevancia histórica. Sin embargo, para Mario, el reconocimiento más importante proviene de su comunidad: “Lo que más quisiera es que se mantenga siempre viva, que sea respetada como cuando se inició”.
Cada vez que la Giganta recorre las calles de Jocoro, su presencia imponente lleva consigo siglos de historia y un recordatorio del compromiso de Mario. Su labor incansable asegura que esta tradición siga siendo un emblema de identidad para las generaciones presentes y futuras.
