
El estrés cotidiano, ya sea por el trabajo, problemas personales o exceso de responsabilidades, no solo afecta el estado emocional de las personas, sino que también puede tener consecuencias visibles en la salud de la piel.
Por M. Del Cid
Uno de los padecimientos más comunes asociados a esta condición es la dermatitis nerviosa, una afección cutánea desencadenada por altos niveles de tensión emocional.
La dermatitis nerviosa se manifiesta con enrojecimiento, picazón intensa, inflamación e incluso descamación en diferentes partes del cuerpo. Aunque no es contagiosa, puede ser persistente si no se aborda adecuadamente tanto desde el punto de vista dermatológico como emocional. Especialistas advierten que el rascarse constantemente puede agravar la condición, provocando lesiones más severas.
Los dermatólogos coinciden en que, además de tratamientos tópicos como cremas con corticoides o antihistamínicos, es fundamental atender el origen del problema: el estrés. Técnicas de relajación como la meditación, el yoga, la actividad física regular y la terapia psicológica pueden ayudar a reducir los brotes.
Asimismo, mantener una rutina de cuidado de la piel, evitar productos irritantes y optar por prendas de algodón puede ayudar a disminuir los síntomas. La clave está en detectar tempranamente los signos y buscar atención médica oportuna para evitar complicaciones.
Los expertos hacen un llamado a tomar en serio las señales que el cuerpo envía. La piel, como reflejo del estado interno, puede ser un indicador de que algo no anda bien. Por ello, se recomienda adoptar un estilo de vida más saludable y equilibrado, donde el manejo del estrés sea parte del cuidado integral.