La experiencia cinematográfica en El Salvador ha cambiado drásticamente a lo largo de los años. Desde las películas en blanco y negro hasta las modernas producciones en 3D, la tecnología, las instalaciones y hasta los alimentos disponibles en los cines han evolucionado.
Por Anny Scarlet Martínez
En décadas pasadas, los cines eran uno de los principales lugares de entretenimiento en el país. Aunque la primera sala fue construida en 1922, fue en los años 60 cuando el cine se consolidó como el principal pasatiempo popular. Las personas recuerdan que las salas eran grandes, aunque no tan cómodas como las actuales. Los cines más antiguos no solo proyectaban películas, también servían como escenarios para eventos culturales y deportivos.
La tecnología de la época también tenía sus limitaciones. Las películas eran en formato de cinta, y los cambios de rollo interrumpían la proyección por unos segundos. El sonido se transmitía por separado, y la calidad variaba según la ubicación en la sala. Sin embargo, a pesar de estos detalles técnicos, los cines de antaño eran un punto de encuentro social imprescindible.
En cuanto a la cartelera, las producciones mexicanas y hollywoodenses dominaban las pantallas. Además, en décadas anteriores se proyectaban películas para adultos en algunas salas del centro de San Salvador, algo que hoy en día no es común. También se permitía ingresar alimentos externos, como sándwiches y bebidas, una práctica que cambió con la llegada de las grandes cadenas internacionales.
Con el paso de los años, los cines han pasado de ser grandes salas con butacas de madera a modernas instalaciones con tecnología avanzada y asientos reclinables. Aunque la esencia del cine ha cambiado, su magia sigue cautivando a los salvadoreños.
