Valencia se despide de las Fallas 2025 con la tradicional Cremà

La ciudad celebra el fin de las fiestas con la quema de las fallas y un espectáculo pirotécnico que atrae a miles de personas.
Por F. Martínez
Valencia ha cerrado, como es costumbre, su fiesta más emblemática, las Fallas 2025, con la grandiosa y emotiva ceremonia de la Cremà, que marca el fin de una semana de celebraciones, fuego, música y arte. Este evento, que atrae a miles de turistas de todo el mundo, ha reunido a miles de valencianos y visitantes en un ambiente de emoción y despedida.
La Cremà comenzó a las 22:00 horas con la quema de los monumentos falleros más pequeños, pero la gran protagonista fue la Falla Municipal, que iluminó la noche con una explosión de fuego y color. En esta ocasión, la figura central de la falla representaba una crítica a los problemas medioambientales y la necesidad urgente de acción frente al cambio climático, un mensaje que resonó con fuerza en una sociedad cada vez más concienciada.
A medida que las llamas devoraban los monumentos, el público, entre gritos y aplausos, observaba cómo las estructuras de cartón, madera y poliestireno, que habían estado en pie durante días, se desvanecían en el aire. La Cremà no es solo una quema simbólica, sino un acto de catarsis colectiva, donde la ciudad se despide de los esfuerzos del año y da paso a un nuevo ciclo.

La música y los fuegos artificiales complementaron la Cremà, transformando la noche en un espectáculo lleno de magia y tradición. Familias, turistas y valencianos de todas las edades participaron en esta experiencia única que cierra el ciclo de las Fallas. Las calles de Valencia volvieron a quedar en silencio, aunque con la promesa de que, en menos de un año, las fallas renacerán con más arte, humor y pasión.
La Cremà de 2025 será recordada no solo por el fulgor de sus llamas, sino también por el mensaje de concienciación ambiental que ha logrado unir a la ciudad en torno a una causa común. Con esta edición, las Fallas siguen siendo un escaparate de creatividad, cultura y comunidad, un reflejo del alma vibrante de Valencia.
Este acto, que marca el fin de la fiesta, deja en el aire el deseo de que el próximo año las calles de Valencia volverán a llenarse de color, música y fuego para revivir la magia de las Fallas.