
En las últimas décadas, Singapur ha experimentado un notable incremento en la esperanza de vida. En 1960, un niño nacido en el país podía aspirar a vivir hasta los 65 años, mientras que hoy esa cifra supera los 86 años, posicionando al país como una referencia mundial en longevidad. Este avance ha sido reconocido al convertir a Singapur en una nueva “zona azul”, áreas destacadas por la longevidad y calidad de vida de sus habitantes.
Por Anny Scarlet Martínez
La mejora en la salud pública ha sido crucial para lograr este cambio. El gobierno ha implementado políticas como altos impuestos al tabaco y alcohol, y regulaciones estrictas sobre fumar en lugares públicos, contribuyendo a crear un entorno más saludable. Iniciativas que promueven mejores decisiones alimenticias, como el etiquetado de productos y la reducción de azúcares, también han impactado positivamente en los hábitos de la población.
El sistema de salud de Singapur, reconocido mundialmente, ofrece cobertura universal y combina servicios privados con fondos de ahorro. Esto ha permitido mantener una atención médica de alta calidad, accesible y a costos razonables, lo que le ha valido el reconocimiento como el mejor país en el ámbito de la salud según el Índice de Prosperidad Legatum 2023.
La infraestructura del país también juega un papel fundamental en la calidad de vida. Un transporte público eficiente y una planificación urbana que integra parques y reservas naturales mejoran el bienestar mental y físico de los residentes, creando un entorno propicio para la vida activa y la cohesión comunitaria.
A pesar de que el costo de vida es elevado, la seguridad y el entorno limpio que ofrece Singapur siguen atrayendo a personas que buscan una mejor calidad de vida. Las estrictas leyes garantizan un espacio ordenado y seguro, haciendo del país un ejemplo de éxito en bienestar y longevidad a nivel global.