
La ciencia explica por qué una canción puede cambiarte el ánimo en segundos.
Por F. Martínez
¿Alguna vez has sentido escalofríos al escuchar tu canción favorita? No es imaginación: la ciencia respalda que la música tiene un efecto directo en el cerebro. Investigadores del Montreal Neurological Institute (Canadá), liderados por el neurólogo Robert Zatorre, demostraron que ciertas melodías activan el sistema de recompensa del cerebro, el mismo que se enciende cuando comemos algo que nos gusta o recibimos una buena noticia.
Este sistema, al ser estimulado por la música, libera dopamina, conocida como la hormona del placer. El estudio, publicado en la revista Nature Neuroscience, encontró que escuchar canciones favoritas puede aumentar los niveles de dopamina hasta en un 9%, generando una sensación de bienestar similar a la que se experimenta al practicar actividades físicas o compartir tiempo con seres queridos.
Pero el impacto no se detiene ahí. Otras investigaciones del British Journal of Psychology aseguran que escuchar música con ritmos alegres puede reducir el estrés, mejorar el enfoque y aumentar la productividad, especialmente en jóvenes entre 18 y 30 años. Incluso se ha demostrado que quienes estudian o trabajan con música suave de fondo tienen mayor retención de información y menor ansiedad.
“La música es una de las pocas experiencias humanas que estimula casi todas las áreas del cerebro a la vez”, afirma Zatorre. Por eso, no es raro que recurramos a ella en momentos de tristeza, euforia, concentración o incluso aburrimiento.
Así que la próxima vez que te pongás tus audífonos, sabé que estás haciendo algo más que disfrutar una buena canción: estás activando una red de bienestar dentro de tu mente. Y aunque no reemplaza a un terapeuta, la música puede ser ese pequeño impulso que tu cerebro necesita para sentirse mejor.