
El mantenimiento preventivo del sistema eléctrico puede evitar incendios, cortocircuitos y hasta pérdidas humanas. Expertos internacionales recomiendan revisar las instalaciones con una frecuencia clara.
Por F. Martínez
Mantener el sistema eléctrico del hogar en condiciones óptimas no es solo una cuestión de eficiencia, sino de seguridad. Según la Asociación Nacional de Protección contra el Fuego (NFPA, por sus siglas en inglés), los problemas eléctricos son una de las principales causas de incendios residenciales en todo el mundo. Los cortocircuitos, cables deteriorados o instalaciones obsoletas pueden desencadenar siniestros graves que, en muchos casos, se podrían haber evitado con una simple revisión profesional.
La Organización Internacional de Normalización (ISO) recomienda que las instalaciones eléctricas en viviendas particulares sean revisadas por un profesional certificado al menos cada cinco años. En zonas con alta humedad, instalaciones antiguas o donde se han hecho múltiples adaptaciones sin supervisión técnica, esta frecuencia debe acortarse. Además, el uso excesivo de regletas o conexiones múltiples en un solo enchufe, aunque común, representa un riesgo constante.
Otra señal de alerta es el disyuntor que se dispara con frecuencia. Lejos de ser una molestia técnica, este comportamiento indica una posible sobrecarga o falla en el circuito que debe atenderse de inmediato. La Fundación Mapfre, en uno de sus informes sobre seguridad doméstica, advierte que el 40 % de los incendios eléctricos se originan en instalaciones con más de 20 años sin mantenimiento.
Más allá del ahorro energético o el cumplimiento de normas, la revisión periódica del sistema eléctrico es una inversión en tranquilidad. Consultar con un electricista matriculado y mantener actualizada la instalación puede marcar la diferencia entre una casa segura y un potencial foco de desastre. Como recomienda la NFPA, “la electricidad es útil, pero debe respetarse”.