Este punto de paso se ha convertido en una parada turística para quienes recorren el Oriente de El Salvador.
Por F. Martínez
Ubicado en la Ruta de Paz en Morazán, el puente sobre el río Torola no solo cumple una función vial, sino que también se ha transformado en un atractivo inesperado para quienes transitan por la zona. Desde su estructura, los visitantes disfrutan de una vista privilegiada del río, rodeado de montañas y vegetación que forman un paisaje digno de fotografiar.
En los últimos años, cada vez más viajeros aprovechan el lugar para detenerse, tomar fotos panorámicas o simplemente contemplar la naturaleza. Para muchos, es una pausa obligatoria antes de continuar hacia otros destinos turísticos emblemáticos de Morazán, como Perquín, El Mozote o las rutas de la memoria histórica.
Además, durante la temporada seca, el río Torola ofrece áreas accesibles donde las familias locales y visitantes disfrutan de baños refrescantes, convirtiendo el lugar en un espacio recreativo que complementa la experiencia del viaje.
Aunque para muchos sigue siendo solo un puente en la carretera, quienes se detienen descubren que el Torola es más que un cruce: es un mirador natural que conecta a los viajeros con la belleza y la historia del oriente salvadoreño.
