
Una modalidad innovadora que permite vivir una experiencia musical completa a través de audífonos inalámbricos.
Por F. Martínez
Los llamados “conciertos silenciosos” o silent discos están ganando popularidad en distintas partes del mundo, especialmente entre jóvenes que buscan nuevas formas de disfrutar la música en vivo sin generar molestias en el entorno. En estos eventos, el sonido no se emite por altavoces, sino que se transmite directamente a audífonos inalámbricos utilizados por los asistentes.
Este tipo de conciertos surgió en festivales internacionales como Glastonbury (Reino Unido) y Bonnaroo (Estados Unidos), como solución a las restricciones por ruido. Con el paso del tiempo, su popularidad ha aumentado y ya se realizan en universidades, bares, rooftops y espacios cerrados de distintas ciudades.
Una de las características más llamativas es que el público puede elegir entre diferentes canales de música. Mientras algunos escuchan reguetón, otros pueden sintonizar electrónica o rock, todo dentro del mismo evento y sin interferencias externas.
Además de evitar la contaminación sonora, estos conciertos permiten una experiencia más personalizada y ordenada. Algunas personas valoran que se puede pausar la música fácilmente para conversar sin gritar, lo que hace que la interacción sea más natural.

En países de Latinoamérica, esta modalidad ha empezado a implementarse en espacios reducidos o con limitaciones de sonido, y se espera que en un futuro cercano pueda expandirse a nuevas ciudades, incluyendo algunas del territorio salvadoreño.
Los conciertos silenciosos representan una forma innovadora y respetuosa de vivir la música en comunidad, sin alterar la tranquilidad del entorno. Esta tendencia tecnológica y cultural continúa creciendo, ofreciendo una alternativa atractiva para el entretenimiento juvenil.