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El café tostado a mano que une generaciones

El tueste artesanal del café sigue siendo un legado cultural en muchas comunidades salvadoreñas.

Por F. Martínez

En una cocina sencilla, entre brasas y humo suave, una mujer revuelve lentamente los granos oscuros que crujen al calor del comal. La escena es cotidiana en muchos cantones de El Salvador, donde el arte de tostar café a mano sigue vivo, transmitido de generación en generación.

El proceso es casi ritual: seleccionar el grano, limpiar impurezas, ponerlo al fuego y moverlo con paciencia hasta alcanzar el punto exacto de tueste. Luego viene el molido a veces aún con piedra de moler o molinos antiguos y finalmente, la preparación de la infusión que perfuma la casa entera. Es café que sabe a tierra, a manos, a memoria.

Esta tradición, que persiste sobre todo en zonas rurales, no solo representa una forma de preparar café, sino también un símbolo de autosuficiencia, arraigo y comunidad. En muchos hogares, compartir el café tostado en casa es un gesto de hospitalidad, una forma de estrechar lazos.

Además, el café así preparado suele tener un sabor más fuerte y auténtico, sin aditivos ni procesos industriales. Es un café que habla de tiempo, cuidado y herencia cultural.


Mientras el mundo avanza hacia lo instantáneo, hay lugares en El Salvador donde el café aún se tuesta al fuego lento, al ritmo de la historia y del corazón. Porque más que una bebida, es un vínculo con la tierra y con quienes vinieron antes. Un testimonio vivo de que la cultura también se bebe en taza caliente.

UNIVO NEWS

Equipo de periodistas, estudiantes, editores y productores de la Carrera de Comunicaciones de la Universidad de Oriente UNIVO.

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