
Estudios científicos revelan que los árboles pueden intercambiar información y nutrientes mediante una red subterránea similar a una red social natural.
Por F. Martínez
Los árboles son capaces de comunicarse entre sí a través de una compleja red de raíces conectadas por hongos subterráneos, conocida como la red micorrízica. Esta conexión les permite enviar señales químicas para advertir sobre plagas, compartir nutrientes o incluso apoyar a ejemplares más jóvenes o debilitados.
Investigaciones realizadas por biólogos y ecologistas han revelado que esta red actúa como un sistema de soporte natural, donde especies distintas colaboran para mantener el equilibrio del ecosistema. Lejos de competir, los árboles desarrollan relaciones de cooperación silenciosa que fortalecen la vida en los bosques.
El hallazgo ha cambiado la manera en que se entienden los bosques: no solo como conjuntos de árboles, sino como comunidades vivas interconectadas que reaccionan al entorno de forma colectiva.
Este fenómeno, que algunos científicos llaman “la red social del bosque”, nos recuerda que la naturaleza posee formas complejas de comunicación que aún seguimos descubriendo. Una lección silenciosa de colaboración y equilibrio que ocurre bajo nuestros pies.




