
La repetición de programas o libros favoritos en los niños pequeños, aunque frustrante para los adultos, tiene beneficios que van más allá del entretenimiento. Este comportamiento responde a necesidades cognitivas y emocionales fundamentales en su desarrollo.
Por Anny Scarlet Martínez
Es común que los niños pequeños insistan en ver el mismo episodio de su serie favorita o escuchar repetidamente la misma historia antes de dormir. Aunque para los padres esto pueda parecer monótono, esta conducta responde a un proceso natural de aprendizaje y bienestar emocional.
En términos de aprendizaje, esta repetición les permite a los niños identificar patrones en lo que escuchan y ven, un fenómeno conocido como aprendizaje estadístico. Al enfrentarse repetidamente al mismo material, consolidan conceptos clave, como estructuras lingüísticas, sonidos y secuencias. Esta práctica fortalece su capacidad para procesar y retener información.
Desde una perspectiva emocional, la familiaridad brinda seguridad. En un mundo lleno de novedades y desafíos, los estímulos conocidos como un programa o libro favorito ofrecen consuelo. Además, refuerzan su sensación de control, permitiéndoles dominar una actividad en la que se sienten competentes y autónomos.
No obstante, este comportamiento debe ser equilibrado. Si bien tiene grandes ventajas, podría resultar problemático si interfiere con otras actividades importantes como socializar, jugar al aire libre o cumplir con rutinas. Los padres deben observar cuidadosamente cuándo la repetición se convierte en una limitación.
Ver los mismos episodios o leer los mismos libros no es solo una etapa más, sino una herramienta poderosa para el desarrollo cognitivo y emocional de los niños. Entender este proceso puede ayudar a los padres a manejar mejor estas situaciones y valorar los beneficios que trae para sus hijos.