
Un hábito sencillo que puede prevenir enfermedades y proteger a quienes más amamos.
Por F. Martínez
Lavarse las manos no es solo una costumbre de higiene, es una de las formas más efectivas para prevenir enfermedades respiratorias, gastrointestinales e infecciones que se transmiten por contacto. A pesar de ser un acto cotidiano, muchas personas aún subestiman su impacto.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 80 % de las enfermedades infecciosas se transmiten a través de las manos contaminadas. Por eso, adoptar este hábito antes de comer, después de usar el baño o al llegar a casa, puede marcar una gran diferencia, especialmente en ambientes escolares, hospitales o en el hogar.
El uso de agua y jabón, durante al menos 20 segundos, elimina gérmenes que no se ven a simple vista pero que pueden afectar gravemente la salud, sobre todo en niños, personas mayores y pacientes con defensas bajas. También es fundamental al preparar alimentos o cuidar de alguien enfermo.
Lavarse las manos es un acto pequeño con un poder inmenso. En tiempos donde los virus y bacterias circulan con facilidad, este simple gesto puede ser la primera barrera para cuidarnos unos a otros.