Una joven emprendedora convierte su arte en un símbolo de nostalgia y cultura salvadoreña.
Por Joselyn Orellana / F. Martínez
La historia de Cindy Susana Mendoza es un ejemplo de perseverancia, pasión y el poder de la independencia. Esta joven emprendedora, oriunda de San Miguel, ha logrado posicionarse como una de las figuras más reconocidas en el mundo de las artesanías en El Salvador a través de su marca La Reina de las Pulseras.
En 2016, decidió dar el primer paso hacia su sueño de forjar una carrera universitaria y, para ello, creó su propio negocio de pulseras hechas a mano. “La idea nació con la intención de generar ingresos propios para estudiar y cumplir con mis metas personales y profesionales”, comenta la fundadora, cuyo emprendimiento combina creatividad, destreza y amor por la tierra salvadoreña.
El nombre de la marca no es casual. Ella quería que fuera fácil de recordar. “Quería que las personas asociaran el nombre con algo único, que lo tuvieran presente”, explica. Y así fue. La Reina de las Pulseras se ha convertido en un nombre conocido, gracias al esfuerzo y la dedicación invertidos en su crecimiento.
Desde sus inicios, el camino no fue sencillo. Las primeras ventas se realizaron principalmente en línea y en espacios públicos como el Parque Guzmán, además de participar en ferias de emprendedores locales. Un hito importante fue cuando la Universidad de Oriente (UNIVO) ofreció los primeros espacios de venta en sus sedes, contribuyendo a dar visibilidad a la marca.
El mayor reto, sin embargo, fue posicionar los productos y hacer que la marca se destacara. “Lo más difícil fue lograr que la gente conociera lo que hacía. Pero con trabajo constante y buenas estrategias de venta, pude consolidar el emprendimiento”, afirma Mendoza. Hoy en día, el negocio ofrece una variedad de pulseras que incorporan productos naturales como las semillas, un elemento distintivo que conecta con las raíces del país.
Gracias al éxito de su emprendimiento, la emprendedora ha podido cumplir uno de sus mayores sueños: estudiar y desarrollarse profesionalmente. “Mi negocio me ha permitido alcanzar metas que antes veían lejanas, como obtener una formación universitaria y darme a conocer más allá de las fronteras”, agrega Cindy.
Lo que más le enorgullece, sin embargo, es el impacto emocional que sus productos tienen en sus clientes. “Cada pulsera lleva consigo una carga emocional, una conexión con la nostalgia. Saber que mis creaciones llegan a personas en el exterior y las hacen sentir especiales es algo que no tiene precio”, comenta con emoción.
La Reina de las Pulseras no solo ha contribuido al arte artesanal de El Salvador, sino que también se ha convertido en un símbolo de autenticidad y conexión con la cultura local. En sus redes sociales, la marca sigue compartiendo sus diseños personalizados y mostrando al mundo la belleza y singularidad de cada pieza.
