
Un postre natural que acompaña a turistas y locales en la playa El Cuco.
Por J. Chávez
El sorbete artesanal continúa siendo uno de los postres más representativos del oriente del país, especialmente en la playa El Cuco, donde su venta forma parte del paisaje cotidiano durante los días de calor. Elaborado con frutas naturales y sin aditivos artificiales, este refresco conserva un arraigo que trasciende generaciones y mantiene vivo un oficio que todavía practican numerosas familias salvadoreñas.
En la zona migueleña, artesanos locales dedican largas jornadas a la preparación de este postre. El proceso inicia con la selección de frutas frescas entre ellas tamarindo, coco Y melón que posteriormente son trituradas hasta obtener una mezcla espesa. A esta base se le añade hielo para darle la consistencia adecuada antes de servirla en conos de harina o canela, una práctica tradicional que continúa vigente pese a la aparición de nuevas golosinas.
Aunque su comercialización no es tan abundante como en décadas pasadas, quienes aún se dedican a esta labor encuentran en el sorbete una fuente de ingresos y, al mismo tiempo, una manera de preservar una preparación típica. Los precios suelen mantenerse accesibles, con valores que van desde los $0.25 hasta los $0.35, lo que permite que tanto turistas como habitantes locales disfruten de un producto natural y económico.
Para muchos visitantes de El Cuco, observar a los vendedores recorrer la playa con sus recipientes llenos de mezcla helada es parte esencial de la experiencia. En un clima cálido como el de San Miguel, degustar un sorbete artesanal no solo refresca, sino que recuerda la importancia de las tradiciones culinarias que siguen formando parte de la identidad salvadoreña.




