Algas gigantes en riesgo por el cambio climático

Las macroalgas gigantes, presentes en las costas de América Latina, son clave para la biodiversidad y el equilibrio ecológico. Sin embargo, enfrentan amenazas como el calentamiento global y la sobreexplotación.
Por Anny Scarlet Martínez
Los bosques de macroalgas gigantes, que cubren extensas áreas de las costas latinoamericanas, son ecosistemas esenciales para la vida marina. Estas estructuras tridimensionales ofrecen refugio y alimento a diversas especies. Según la geógrafa chilena, Alejandra Mora, su importancia es comparable a la de los arrecifes de coral en las regiones tropicales.
El huiro o kelp gigante, capaz de alcanzar hasta 70 metros de longitud, se distribuye desde Baja California hasta la Patagonia, pasando por Sudáfrica y Australia. Estos organismos absorben grandes cantidades de carbono, contribuyendo a mitigar el cambio climático. Su rápido crecimiento y constante regeneración los convierten en aliados naturales frente al calentamiento global.
Sin embargo, estos bosques enfrentan desafíos graves. La sobreexplotación para la industria alimentaria y farmacéutica, junto con fenómenos climáticos como El Niño, están reduciendo su extensión. Según Iván Gómez, de la Universidad Austral de Chile, en México se ha perdido más del 50% de estos ecosistemas, y la tasa global de desaparición alcanza hasta un 2% anual.
En Chile, uno de los principales productores de algas pardas, la extracción descontrolada amenaza la sostenibilidad de estos bosques. Aunque se han establecido vedas en algunas áreas, los expertos advierten que la fiscalización es insuficiente. Mauricio Palacios, de la Fundación Rewilding Chile, destaca que el 40% de los bosques de kelp del mundo se encuentra en el hemisferio sur, siendo la Patagonia chilena y argentina áreas críticas para su conservación.
Investigadores y organizaciones científicas subrayan la urgencia de proteger estos ecosistemas. Más de 230 científicos han instado a los gobiernos de América Latina a aumentar las áreas protegidas y fortalecer las políticas ambientales. Estas acciones no solo buscan preservar la biodiversidad, sino también garantizar el sustento de comunidades locales que dependen de las macroalgas para su supervivencia.
Los bosques de algas gigantes representan un pilar de los ecosistemas marinos y un recurso valioso en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, su futuro depende de un manejo responsable y de la colaboración entre gobiernos, científicos y comunidades para asegurar su preservación.